Me acuerdo;
las hamacas iban y venían cada vez
iban y
venían guillotinando el cielo
las
primeras estrellas caían como espadas sobre las ramas altas
y ante el
riesgo inminente
se avenían
los árboles a los tajos espléndidos de luz
y entonces,
de pronto se producía un instante como de nacimiento
era la hora
de regreso al refugio
y esa era
la confirmación más plena, perfecta, de la felicidad
ese pasaje
que se reiteraba
ese pasaje
desde el ejercicio de la incertidumbre de los primeros actos
a la
seguridad templada, caldeada en el hogar
ese pasaje
nos fijaba a un destino
porque
nosotros, milagros de la época, nacidos hacia el final de los grandes terrores
éramos los
salvados
éramos los
salvados cada vez y así se recreaba nuestra entrada al mundo
así se iban
los días; días endebles y bienaventurados
todo temblor
y todo fundamento
años de
infancia y de tesoros expuestos
tiempos de revelación.
© Raquel Jaduszliwer
qué poema, "tajos espléndidos de luz". Muy bueno.
ResponderEliminarYo también nací después de los grandes terrores por eso te agradezco que seas capaz de tanta belleza abrazo Raquel
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