Privilegio
de admirar las estrellas
y
deshojarlas como dalias secas
en un baile
difuso.
Intuyo el
desgarro de la luz agonizante
cuyo grito
aún se reparte más allá de las aguas
que aquel
loco navegante nunca temió.
La
oscuridad se muestra larga,
su voz es
un ladrido.
Un vicio
por lo oculto
cubre
los desvelos del día.
© Paura Rodríguez Leytón
Elegiste la oscuridad nocturna para encontrar
ResponderEliminarun mundo desafiante y cauteloso.Muu buen poema. Isabel Llorca Bosco
Muy buen poema, enigmático y bello. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio
ResponderEliminar