Super 8
Cierro los
ojos y aparece, la oscuridad
trae a los
fantasmas. Abro los ojos y no está. Cierro
los ojos y
voy, atravieso en un caballo volador
el espacio
que me separa de sus manos. Abro
los ojos y
mis dedos largos tocan el vidrio
de la
ventana. Cierro los ojos y un campo
con flores
violetas y amarillas se extiende como
un colchón
en el que me dejo caer. Abro los ojos y es
la mañana
de un lunes nublado. Cierro los ojos
y cada
costado del viento es mi cuerpo. (El viento
no tiene
costados. El cuerpo sí). Abro los ojos
y cada
costado de mi cuerpo es el viento. Cierro
los ojos y
los veo, nos veo, jóvenes y sonrientes. Abro
los ojos y
sonrío. Cierro los ojos y el auto viejo
un Valiant
3 o un Valiant 4, entorna sus puertas para que
bajen. Abro
los ojos y no puedo correr
a su
encuentro. Cierro los ojos y es la dulzura
de la infancia.
Abro los ojos y es la dulzura ahora
mirando por
la ventana el lunes nublado ¿o son mis ojos
los que se
nublan? Cierro los ojos y la niñita que fui
da vuelta
la cabeza y mira por la luneta del auto
buscando
algo. Quiero preguntarle qué mira, qué busca
pero no me
escucha. El auto se aleja por la carretera.
© Celina Feuerstein
ResponderEliminarLos fantasmas aparecen siempre en la infancia, y nos interpelan.
Un abrazo,
Alicia Márquez