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25/6/19

Poema de Celina Feuerstein




Super 8

Cierro los ojos y aparece, la oscuridad
trae a los fantasmas. Abro los ojos y no está. Cierro
los ojos y voy, atravieso en un caballo volador
el espacio que me separa de sus manos. Abro
los ojos y mis dedos largos tocan el vidrio
de la ventana. Cierro los ojos y un campo
con flores violetas y amarillas se extiende como
un colchón en el que me dejo caer. Abro los ojos y es
la mañana de un lunes nublado. Cierro los ojos
y cada costado del viento es mi cuerpo. (El viento
no tiene costados. El cuerpo sí). Abro los ojos
y cada costado de mi cuerpo es el viento. Cierro
los ojos y los veo, nos veo, jóvenes y sonrientes. Abro
los ojos y sonrío. Cierro los ojos y el auto viejo
un Valiant 3 o un Valiant 4, entorna sus puertas para que
bajen. Abro los ojos y no puedo correr
a su encuentro. Cierro los ojos y es la dulzura
de la infancia. Abro los ojos y es la dulzura ahora
mirando por la ventana el lunes nublado ¿o son mis ojos
los que se nublan? Cierro los ojos y la niñita que fui
da vuelta la cabeza y mira por la luneta del auto
buscando algo. Quiero preguntarle qué mira, qué busca
pero no me escucha. El auto se aleja por la carretera.

© Celina Feuerstein

1 comentario:


  1. Los fantasmas aparecen siempre en la infancia, y nos interpelan.
    Un abrazo,

    Alicia Márquez

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