LA LLOVIZNA
SE DETIENE
La llovizna
se detiene en el aire:
no necesita
caer para recibirla.
Está ahí,
como un racimo blanco.
Extendemos
las manos para tocarla,
con
cuidado, como si pudiera quemar
como
chispas que saltan del carbón encendido.
Los
lapachos ya no sentirán el espasmo,
sus flores
también caen en violeta lluvia
sobre el
suelo y por debajo de la luz.
Pronto el
rocío encenderá las lámparas
cuando el
sol vencido se desplome
detrás de las lomas inalcanzables.
© Aníbal Costilla
Bienvenido Aníbal a este sitio que pretende difundir a poetas contemporáneos. Abz, Gus.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, estimado Gustavo! Es un honor formar parte de este espacio tan importante y necesario para la difusión de la poesía. Abrazo inmenso.
ResponderEliminarAníbal Costilla
Hermosura de poema!
ResponderEliminarMuy bellas imágenes. Bienvenido a este espacio. Un abrazo. Adriana Dirbi Maggio
ResponderEliminarBienvenido Aníbal, con este bello poema sobre la llovizna.
ResponderEliminarAna Romano.
Muchas gracias por sus comentarios y buenos deseos. ¡Abrazo grande a todos!
ResponderEliminarAníbal Costilla
un poema en movimiento! muy bello. bienvenido! susana zazzetti.
ResponderEliminarHermoso poema. Por estos días hace falta, como esa llovizna, detenerse. Ella ayuda. Verónica M. Capellino
ResponderEliminarBienvenido!
ResponderEliminarMuchas gracias por sus conceptos, por el mimo. Abrazo grande de luz.
ResponderEliminarAníbal Costilla
Bienvenido!! La lluvia tiene lo suyo.
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