Tiempo dado que ejerce la frescura de un
cuenco de agua.
Agua que se vacía sobre las manos:
tarea inacabada,
distante reflejo del pasado
en el que no fuimos ni héroes ni testigos.
Un hueco horadado de tanto gotear al cielo
se hunde como velo gris de humo.
El alma ciega
sabe cómo abrir un candado
palpa el borde de la vida,
teje los caminos a punta de huellas.
© Paura Rodríguez
Leytón
Un buen poema con imágenes bien logradas.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.