“En la raya”
Que me mantuviera en la raya
con cuidado de no desear más de la cuenta,
con cuidado de no confundir utopía con fría
acumulación
de zapatos, por ejemplo.
¡Ay!
pero qué magníficas sandalias rojas y
ballerinas
y qué tacos agujas y boquitas de pescado.
(Y se reía.)
Que no me olvidara de la sonrisa
inalcanzable y del cuello
erguido de la bailarina, del sacrificio que
me daba la paz
del sueño fácil, de las begonias florecidas
del portal.
Que le dijera si había visto a alguien
esperando con la cara
demasiado triste como para imaginar la
hambruna o la violencia
o las ganas desaforadas de comprar
o las de salir del camastro desaforados los
dos.
Que no dejase escapar los fugaces momentos
de felicidad,
los besos principalmente, ser uno mismo y
otros cuando besas,
(no decir más: “Ni esta boca es mía” o
“Esta boca es mía”).
“No son ruinas” --le digo--, es mi boca
abierta, mi parque,
algo necesario para mostrar algo después
del sacrificio,
algo como un lúcido espejo que te habla sin
parar
y te dice algo,
algo de todos nosotros, de nuestros errores
el aliento.
Consagrados a la espera nosotros, pero con
un amor
y un desacato cómplice, combativo e inútil,
ustedes.
Y llega la hora de encender el fuego y
poner la cazuela
con el arroz, el pollo y todo lo que
encontraste tirado en el pasto
y también en aquel beso detrás de los
árboles.
Y llega la hora y nos servimos en un plato
hondo de cerámica
y buscamos los ojos y las bocas, la sal,
los cubiertos buscamos:
el hambre del vecino, el hambre en el plato
del otro, del extranjero principalmente.
Con cierta euforia contenida nos servimos,
con cierta cobardía.
© Nara Mansur Cao
Me ha complacido, Nara, recorrer "En la raya", y mucho.
ResponderEliminarRolando
www.revagliatti.com
excelente,,,
ResponderEliminarexcelente! alicia pastore,,,
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