Texto de Marta Zabaleta
Dos
abrazos, y un recuerdo
Se llama
así tu sangre, la que chorrea dadivosa sembrando estela en la puerta de la
jaula. Se desperegrina y vuela, soñando que parte las paredes, bebe el cielo.
Se
silencia, se para entre ladrillos de esmeralda, relumbra de
alquitrán y guizque pésimo, la requisan, la escupes, te penetran, les
saludas, te cachetean, le besas, toman mate, leen a Gardel, le das Galeano:
como si fueron ellos también, los carceleros, humanos. Los presos están
muertos.
Pero no, uno arrastra un cubículo con heces y
por mi nombre, me llama. Mi sangre le ha bendito, mi sangre que derrama. Le
culetean el alma.
Más
requisa, más para los que estén vivitos y coleantes, dénle balas. "A la chiquita,
un medio bizcocho, así cuando de
jovencita no me mata..."
Vestidos detrás de una parada, un antojo, una
medalla, me miran en La Plata con los ojos bajos. Los trasladados
Y te besan
contra tu fuerza, te salivan, te amenazan con balas, les sonríes, tu no
mientes,
te meten
más palos, te deshojan las flores, te
quitan al prisionero pero eso sí, nación obliga, Argentina es muy culta, te
devuelven en Devoto tus cartas.
"- Son tan bonitas tus cartas, vieja de
mierda..."- y yo les creo, mis cartas
a Gardel, mis trasnochadas cartas de los silencios rabiosos que rondan
de madrugada, el hombre y su acechanza, la patrulla y su carga, ralla, arrulla,
pasa, para...y el vecino y su vela, el portero y su sueldo, y yo
que quiero
ser distinta, no parecerme a todos los que delatan, callan, traumatizan,
apoyan, creen, defalcan, cogitan, bombardean, gritar al mundo reunirlo en una
plaza romperme los zapatos debajo de una estatua.
Ya moriste
Anahai, no somos mucho, o somos nada.
Levantá la cabeza de memoria, tragá la bosta,
besá tu bota, que te quede la bronca y
que te quedan la ganas de ganarla. Y no me sudes en la sangre derramada.
Limpiála y lávame... acordeón de las tristezas de la tarde que aun no ha llegado, aún no es la hora de
las bestias, arrúllame en tus cuerdas de
guitarra,
soy la
nación, aguántame, mi hermano. No me desangres.No te empecines en mi sangre
coagulada. Toma mi mano. Vamos
© Marta Zabaleta
6 comentarios:
Hola Marta: un terrible dolor, un mar de sufrimientos y torturas que la prisionera sufre, y que dentro suyo hacen crecer la resolución de no entregar su autenticidad ni delatar a los suyos. Un poema que pasa de lo individual a lo unánime en ese final heroico y magnífico: "soy la nación, aguántame, mi hermano"
Imposible no leer este poema sin estremecerse. Y a la vez decir como vos lo decís"Toma mi mano. Vamos"
Con cariño
Irene Marks
Muchas gracias oor tu visita y tu lectura.IRENE MARKS. En realidad, ese poema me fue inspirado durante una espera la primera vez que entre en la carcel de Villa Devoto como defensora a visitar a un ex desaparecido que aparecio allí de repente,, y describe un cúmulo de sensciones que me sacudieron entonces como ex prisionera yo misma en las mazmorras de Chile durante la dictadura del Gral, Pincohet. A estas heridas no las borra ni el tiempo.Abrazos.
Terrible. Se me ocurre una sola cosa: sobreviviente. Cómo sacar tanta belleza del dolor? Te abrazo fuerte.
Ricardo Rodriguez Pereya, Buenos. Aires
Te agradezco muchisimo el que hayas tenido estómago para compartir mis recuerdos, y mis sueños.
Mientras haya amor, hay esperanza, hermano. Marta
gracias Marta,de la más profunda bestialidad, lo convertiste en belleza,
silvia loustau
Son retazos de nuestras vidas, y sí, elllas también contienen sus bellezas. Gracias por tu sensibilidad poética,Marta
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