Aprendí a
tejer cuando supe que venía mi primera hija y decidí hacer el ajuar. La hebra
rosada de la sangre se ovillaba en la espera.
Cada mañana
crecía mi vientre como una baya misteriosa.
Con una
hebra negra cosí dos piedras en el ruedo de la manta, sombras que alumbran
sobre la cuna los espíritus de la noche.
© Marisa Negri
¡Cuánta magia en esa espera,en esa manta tejida y ancestral, guardiana de "los espíritus de la noche"¡Qué maravilloso este poema! Irene Marks
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