Yo soy la
que violaron/ la que ultrajaron/ rompieron y despedazaron./ Yo soy la
adolescente/ que la caminó la noche / por las calles desiertas/ con el único
pecado/ de llevar una vulva entre las piernas. / Volvía de la nocturna/ a
contarle a mi madre que pasaba de año./ Solo le llevé pena/ terror,
desconsuelo./ Ojalá hubiera muerto/ ojalá no tuviera memoria/ ojalá que la
lluvia lavara/ el hedor de su esperma/ y el ruido de esa risa peor que mil
puñales./ ¿Quién fui? ¿Qué soy? / ¿Un juguete del diablo? / No solo me
violaron: / se robaron mi alma./ Me eyacularon miedo/ me quitaron los sueños /
los hijos/ el amor. / Me untaron de vergüenza/ horror de ser mujer. / Quiero
ser una ameba/ un mineral / la nada. / Quiero no haber nacido / ni cruzado esa
calle / ni ver los ojos tristes de mi madre. /Quiero no estar / no ser . /No
haber sido jamás.-
© Olga Liliana Reinoso
Doloroso pero tan real.¡Bravo, Liliana!
ResponderEliminarQuerida Olga: grandísimo poema, muy necesario en estos tiempos dolorosos. Lo sentí en el cuerpo, por lo expresivo, por lo auténtico, por estar en primera persona.
ResponderEliminarDigno de publicarse, de ponerlo en la pared, de difundirlo porque representa a muchísimas mujeres.
Gracias por escribirlo
Irene Marks
Fuertisimo. Tanta realidad incomprensible.
ResponderEliminarPatricia Corrales
¡Gracias!
ResponderEliminarEste poema prueba que para el arte no hay tema que no sea tratable estéticamente, tiene ritmo, tiene fuerza, tiene arquitectura, lo cual es extraordinario en un texto que es constatación de un hecho de lo real que nos da una una idea exacta de la crudeza de la violencia y la barbarie, pero se eleva hasta revelarnos la dimensión trágica de la existencia, pues indeseable es la infamia ejercida sobre la víctima como la abominable condición de quien la ejerce. Me dolió mucho este poema.
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