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En mitad de la vida
me inclino ante la niña que fui.
Regreso a ella, alegre y sensible.
Regreso a su fantasía,
a sus juegos,
a sus colores,
a su silencio,
a su dolor de crecer,
a su fortaleza y esperanza.
Regreso a su música
mientras mi metáfora la nombra.
Era princesa y cenicienta.
India de roja pluma
dentro de una choza.
De guardapolvo tableado,
moño en las trenzas,
zapatos de charol
y guantes de estreno.
En medio de tacos de reina
y dientes de león
cantaba la farolera
y la paloma blanca.
De vuelo bajo y sencillo,
en mis
manos
hoy cobijo el recuerdo.
© Teresa Vaccaro
Millón de gracias Gustavo por recibirme una vez más!!! Tere Vaccaro
ResponderEliminarHola Tere, me inunndé de ternura y recuerdos, gracias por compartir este poemas.
ResponderEliminarUn abraz
Betty
Hola Tere: ¡cuánta frescura en esos "tacos de reina y dientes de león"!¡Cuántos recuerdos en "la farolera y la paloma blanca"!Qué hermoso ese"me inclino ante la niña que fui"! La infancia nos contempla con un soplo de ternura desde este poema. Me encantó
ResponderEliminarIrene Marks
Las poetas tenemos a nuestra niña siempre a nuestro lado, guiando nuestra pluma. Para no perdernos. Bello poema!!!
ResponderEliminarMercedes.
MUCHÍSIMAS GRACIAS!!!
ResponderEliminarMercedes, Irene, Betty!!!
Abrazo.
Tere V.
Recuerdos que despertaron los mío, Tere. Bello poema.
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
gracias querida tere por devolverme con ternura la infancia! propio de vos. susana zazzetti.
ResponderEliminarGracias por este regalo hecho poema, destilafo por tu prolifica pluma.
ResponderEliminarGracias por este regalo con forma de poema destilado por tu prolífica pluma.
ResponderEliminarHermoso texto, donde la nostalgia no duele sino que endulza el corazón. Gracias por este bello poema. Un beso grande. Adriana Dirbi Maggio
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