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30/3/19

Poema de Chary Gumeta





EN LA FRONTERA. EL INFIERNO

Cavilante,
con las manos sobre el rosto
ocupa una silla en la estación de autobuses;
el desamparo muerde temeroso a la soledad
y la mudez acalla todo sonido del instante.

La Ciudad de Tecún Umán la observa
como un animalito extraño
que se ha perdido en la maleza;
los comerciantes con ojos titilantes
engullen su juventud,
es difícil pasar desapercibida
cuando eres canche
en un bosque de pieles humeantes
quemadas por el sol.

Me acerco despacio, con pasos lentos,
no quiero asustarla;
me siento a un lado de ella, junto a sus cosas,
las retira y las pone debajo de sus pies.
hurgo en mi bolsa y se me cae todo su contenido
amable me ayuda a recoger
“Muchas gracias, soy una bereca”
“No tenga pena”
“¿De dónde venís vos?”
“Vengo de Cojutepeque, de El Salvador”
“¿A dónde vas?”
“No sé, salí de mi casa antier,
Un chero me ayudo a huir de mi padrastro,
abusaba de mí,
llegué a San Salvador y fui a ver a mi tía
ella me compro un pasaje
para viajar hasta esta frontera;
como no traigo papeles el Ticabus me bajó en “El Carmen”,
tenía la esperanza de poder cruzar y subirme al tren,
no puedo regresar, tal vez a Ciudad Guatemala
pero no conozco a nadie.”

La mire con agudeza
quería saber si desnudaba con las palabras
la verdad que se escondía en sus ojos,
es muy joven, aún se atisban rasgos de niña
en su cara pálida de virgen mancillada por el tiempo.

Su edad, no le permite advertir los peligros de la aventura
mucho menos ver el centellear de las cuencas lascivas y lumbrosas
de los esbirros de Satanás que proliferan en esas tinieblas.

Escurro mi vista sigilosa sobre el páramo adyacente
espero que los cancerberos
ya no tengan interés por la presa
y sobrepasemos el quicio del riesgo
que nos separa de la puerta.

Le digo que me escuche atentamente
“estas en peligro, a punto de ser arrojada
a un infierno peor al que tenías en casa;
agarrá mi bolsa y yo cargaré tu mochila,
te llevaré a la Casa del Migrante
no voltiés, solo caminá junto a mí”

Bajo una tarde luminosa
salimos a esa falsa ciudad
con rumbo al refugio prometido;
atravesamos no la Frontera
sino la calle vestida de basura,
tiendas de paca y cantinas,
donde la lujuria camina desnuda
apoderándose de cuerpos y de edades.

Llegamos a su nuevo hogar
le hago recomendaciones,
hablo de la maldad de la gente
y de los diablos que tienen infiernos lupanares
atestados de niñas como ella. 

La abrazo efusiva
como si esa patoja fuera mí familia,
empieza la lluvia
¿qué putas hago yo mojándome con esta tormenta?
Esas tempestades jamás dejaran de caer.

© CHARY GUMETA

3 comentarios:

  1. Impresionante, muy bien el desarrollo, triste pero muy real. El final, impecable
    Patricia Corrales

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  2. mi sensibilidad me traiciona, no puedo evitar el llanto. susana zazzetti.

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