Si vuelvo
al espejo
a esperar
los trenes
en
circundante huida,
si renuncio
al lugar y a las palabras,
vendrá otro
ciego,
de otro
Dios invertebrado y sordo,
de una luna
mayor,
y se sabrá
desnudo enfrente mío,
tratando de
abrigar mis madrugadas.
© Andrés Lazcano García
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