I
La tarde se
entrega y desfallece. En su filo
hay quienes
ven a las farolas de la costa
inventar
los caminos.
Buenos
ciudadanos duermen, sus perros
interpelan
a la luna. En la intemperie,
el abrazo
hermano de la noche esgrime
una razón:
aullar también
como el
cielo se rasga y redime cada día.
Este
remedio para la memoria,
despierta
sin aviso lo oculto y encriptado.
Aún el
brillo necesita de lo oscuro
si quiere intensidad en su existencia.
© Alicia Salinas
Alicia, me gustó mucho este poema.En él hay oficio y contenido. Me encantó cómo finalmente ligas la sensación de la noche y lo oscuro, on el brillo de la memoria.
ResponderEliminarCariños
Juany Rojas
Gracias, Juany!!
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