EL INMIGRANTE
“Jamás ningún hombre tuvo tanto esplendor.
Jamás ninguno se vio con más ignominia”.
BLAISE PASCAL
Treinta y tres años dicen que tenía. De los
primeros treinta casi nada sabemos; en los últimos tres fuimos su vía crucis.
Hoy caminaba por la calle del puerto y un vendedor que perseguía a su
asaltante, lo fusiló con ira.
Hay un instante único
en el que cuerpo y alma
ya no se pertenecen
pero están.
Cuando la policía llegó, los vecinos se
empeñaban en zaherir su cadáver. Alguien le había puesto una ridícula corona de
ramas. Sin ninguna vergüenza, un par de
niños jugaban a saltarlo y lo llamaban rey.
Anterior a la muerte
y sin embargo
posterior a la vida
hay un instante
que puede durar milenios
Entre otros dos lo enterraron, confundiendo
a los tres. A la mañana, su caso fue archivado; a la tarde, él fue olvido. Sin
pesares ni culpa su matador aclara que no sabía lo que hacía; y que, si
volvieran a robarle, lo volvería a hacer.
En ese instante se detuvo
y sonreía
saludando a la muerte
que llegaba.
¿O
acaso era la muerte
la que nos sonreía en él?
No hubo un nombre jamás para su cruz; quien
no tiene lugar, no tiene tiempo. La historia es tan común, tan repetida, que
aburre.
© Osvaldo Burgos
Muy bueno. Gracias
ResponderEliminarGran poema, Osvaldo!
ResponderEliminarBesosss
Felicitaciones!
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