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24/2/19

Texto de Osvaldo Burgos



EL INMIGRANTE

“Jamás ningún hombre tuvo tanto esplendor. Jamás ninguno se vio con más ignominia”.
BLAISE PASCAL

Treinta y tres años dicen que tenía. De los primeros treinta casi nada sabemos; en los últimos tres fuimos su vía crucis. Hoy caminaba por la calle del puerto y un vendedor que perseguía a su asaltante, lo fusiló con ira.

Hay un instante único

en el que cuerpo y alma

ya no se pertenecen

pero están.

Cuando la policía llegó, los vecinos se empeñaban en zaherir su cadáver. Alguien le había puesto una ridícula corona de ramas.  Sin ninguna vergüenza, un par de niños jugaban a saltarlo y lo llamaban rey.

Anterior a la muerte

y sin embargo

posterior a la vida

hay un instante

que puede durar milenios

Entre otros dos lo enterraron, confundiendo a los tres. A la mañana, su caso fue archivado; a la tarde, él fue olvido. Sin pesares ni culpa su matador aclara que no sabía lo que hacía; y que, si volvieran a robarle, lo volvería a hacer.

En ese instante se detuvo

y sonreía

saludando a la muerte

que llegaba.

 ¿O acaso era la muerte

la que nos sonreía en él?

No hubo un nombre jamás para su cruz; quien no tiene lugar, no tiene tiempo. La historia es tan común, tan repetida, que aburre. 


© Osvaldo Burgos

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