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27/2/19

Prosa de Mirta Venezia



Berthe, la hija de madame Bovary 

          Un animal socava el entrecejo de la noche. Gota de rocío verde sobre la verde hoja. El bosque en diafonía, el bosque, pubis inmaculado frío como mármol de Carrara. Un cuerpo de mujer evanescente, esperando  la llegada del hombre. Mujer arrebujada sobre la mecedora. Lámpara baja.
           El hombre que sería mi padre, sabe que tu vientre plano se  abre en dos como el Mar Rojo, casi una orquídea recién preñada. El hombre que sería mi padre disfruta el armiño de tu piel esplendorosa. Unos senos pequeños, desafiantes manzanas de nácar. Ojos fijos, nerudianos, mirando el techo cielorraso.
            Es difícil recordar el sonido de tu voz, madre, acuñando mi nombre –Berthe, Berthe-. Casi no registrabas mi existencia, envuelta en el confuso hervor de tus pasiones. Los cuartos contiguos deshabitados, salvo uno, enorme, grabado en mis pupilas. Me costaba descifrar esa vaga ceremonia de imágenes borrosas, absurdas. Tan lejana del amor. Visiones de humo espiadas a través de una abertura  oblicua. Barcarola de gemidos saturados de vapor oscuro.
            No puedo olvidar  la belleza innata, joya rodinada tu cuerpo a contraluz. Los puntos filigrana del velador, comprado a monsieur Lherheux. No puedo olvidar el aliento de  tu fastidio, el lujo refinado, la aplastante realidad, los frascos de pastillas. Ojos fijos, nerudianos, mirando el techo cielorraso. Modelo vivo de “El taller del pintor”, apetecible y carnosa. Un frasco de arsénico, Homais el boticario. Mientras  ¡Emma, Emma !  gira al diapasón de su desdicha.



Notas al pie
                       En telecomunicaciones, entre dos circuitos existe diafonía, cuando parte de las señales presentes en uno de ellos, considerado perturbador, aparece en el otro, considerado perturbado.
                        Madame Bovary es una novela escrita por Gustave Flaubert. Se publicó por entregas en La Revue de Paris desde el 1 de octubre de 1856 hasta el 15 de diciembre del mismo año; y en forma de libro, en 1857. 
             “El taller del pintor”, obra de Gustave Courbet fundador y máximo representante del realismo, comprometido activista republicano, cercano al socialismo revolucionario. 
             Homais: farmacéutico en Yonville. Es el indirecto responsable del suicidio de Emma, pues ella toma el veneno del "laboratorio" del boticario. Homais paradójicamente, es quien siempre da las ideas que llevan a Emma a los brazos de sus amantes.
             Lhereux: comerciante del pueblo. Un miserable pillo, embaucador y delincuente, responsable indirecto de la muerte de Emma, pues él la enredó en varios pagarés por los que ella finalmente no pudo responder.

© Mirta Venezia

1 comentario:

  1. Excelente texto una bella semblanza poetica o una prosa poetica muy bueno
    soy Gladys
    cariños Mirta

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