Trozos
El ojo hacia ahí: el lomo
brilla como el oro.
El ojo se tienta: ¿lomo
de vaca? ¿Oro de yegua?
¿Lomo de ave?
Las miradas (porque reímos)
hacia nosotros.
¿Es que falta la sal?
(¿y el hambre?)
Brilla el lomo como una embajada
de fiesta.
“Zona antifascista”, pintamos
con el jugo, la sal del lomo.
Una mordida a la carne, a la frase
del convite.
Pero el lomo hace de espejo atrasado:
se empaña entre recuerdos,
los dos hermanos también ahí:
el del puro donar trabajo,
el del puro donar vicio.
(Esa cosa, la pureza, improbable.)
Como al final de una película
(o el libro amado), te pregunto:
¿la vergüenza habrá de salvar
el océano crudo-cocido,
el lomo de la humanidad?
© Susana Szwarc
muy profundo, tuve que re-leerlo. Escelente.
ResponderEliminarSaludos.
Anahí Duzevich Bezoz
Profundo. Bello.
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