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9/2/19

Poema de Paulina Vinderman


  

En la única librería, oscura librería de viejo,
encuentro un hurón espiando detrás de
un estante lleno de polvo. Ah, mi hurón ansiado,
era aquí donde debía encontrarte.
Sigilosos, los dos nos miramos desde el fondo de
los tiempos.
Mi amor por él es igual a mi amor por el mundo:
hosco y dulce, ancestral y en perpetua —impaciente—
extensión al dolor, ese confuso dolor de las despedidas
(la elocuencia de la desaparición).

Me llevo dos libros: uno de animales y otro
de vientos. Éste tiene en la tapa el dibujo de Eolo
soplando sobre la tierra.
En el norte de África, leo, hay un viento envenenado
al que llaman Simoon, que sepulta caravanas
y aldeas a su paso.
De algún modo callado y misterioso, el hurón
y el simoon se unen en un espacio que mi mente
destina a lo imposible —lo fortuito—
y que no coincidirá con el resto de nuestras vidas.

"Te perderás- me dice D- y serás consciente
y ese prado perplejo te conducirá a la canción."


© Paulina Vinderman

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