Era el cuerpo de la noche un pájaro ligero
un fuego que ardía hasta exasperar
tu pulmón sediento
las manos como un ánfora
un cuenco donde guardar los abalorios de la
infancia
la sed interminable un cántaro una
escudilla rebosante
un espectro confundido que se rehúsa a
cruzar
dos veces el mismo espejo
un galope de animal salvaje deslizándose
hacia la mañana
el lugar donde temblar hasta la convulsión
una plegaria pronunciada desesperadamente
contra el olvido
una rama seca que rechina y se quiebra
bajo el peso indócil de sus alas
entonces te adelantabas furiosa como el
temporal
te desprendías tempranamente
como el rayo desplomado entre la fronda
en el jardín un corcoveo de aves invisibles
ofrecía su hermosura
como una aparición como un deslumbramiento
un instante intocado fuera del tiempo
puro ensueño un nido construido con
palabras y hojarasca
a salvo del invierno de la predestinación
y de la muerte.
(a Claudia)
© Sandra “Tana” Pasquini
Intenso, Tanita, abrazo
ResponderEliminarme encvanto. bella enumeración. susana zazzetti.
ResponderEliminarTodo está a salvo con vos. Tus versos protegen y guardan de cada circunstancia, lo mejor siempre. La enseñanza, el sentir, la vivencia misma.
ResponderEliminarGran poema, Sandra. Abrazo Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarHermoso. De gran fuerza. Griselda Rulfo
ResponderEliminarIndefensió, ternura, vida...Hermoso.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
qué bello, tana. tan prolija y tierna tu enumeración, dentro de su propia fuerza. unas ganas de aplaudirte personalmente, pero van mis manos
ResponderEliminarsusana zazzetti.
Bellisimo Tana💓
ResponderEliminarBello poema que tiene alto impacto.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.
Sublime!!!!!
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ResponderEliminarHermoso leerte Tana, hermoso.
Lily Chavez