Corpus
Dejen que el cuerpo hable
ombligo caliente
dejen que bulla.
Arquitectura poderosa
que corte la respiración
y ahogue perímetros de alegría
que combine sabores de cúrcuma
de
ron
dejen que sature a vainilla
y en dos idiomas
dejen que grite.
Dejen que sea el estado
la política el partido
y una marcha
dejen que sea dios
en el panteísmo real
de esta
isla.
Dejen que compita con la noche
se desnude y a tientas
entre oscuridad y deseo
avance y triunfe.
Dejen que tiemble
varias veces hasta entender
que la destrucción
sucede de a poco.
Y por favor
escriban:
canten melodías
para asustar a la muerte.
© Sandra Gudiño
Muy bueno, Sandra! Un abrazo. Estela Porta.
ResponderEliminar
ResponderEliminarAsí es Sandra. El silencio es un terrible maleficio. Hay que cantar a los gritos.
Un abrazo grande.
Alicia Márquez
Bellísimo poema, Sandra!! Y seguiremos cantando, como un conjuro!! Abrazos, poeta!!!
ResponderEliminarme sorprende el tratamiento de un tema tan común, con tanto acierto, el poema rezuma optimismo y empuja a mirarnos desde el cuerpo que somos, y a gozarnoslo.
ResponderEliminarme gusto mucho
walter
mondragón