Me dijo que no lo hiciera
que tatuarse un tsunami
no era buen augurio
pero no me importó
y elegí en qué lugar
llevaría La gran ola.
En el omóplato derecho
trepando hacia el cuello
para gritar mejor
cuando el agua llegue
casi hasta las narices
y no haya tierra
ínsula
ni timón
donde aferrarse.
© Jorgelina Soulet
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