Páginas

19/11/18

Poema de Paulina Vinderman



Esta es la ciudad de los amantes, María.
Diminuta, perdida en el corazón de un país
extranjero para los dos.
Un muelle adecuado al crimen.
A la voluptuosidad de perder lo que aún
no terminamos de vivir.
No lo terminaremos, ésa es su pasiva perfección,
el horror y maravilla de lo indefinido.
Deliberadamente no nos decimos demasiado.
Viajamos a los bordes para disimular nuestra íntima
miseria, aquí, en la dignidad y sordidez
de una pobreza inmune a nuestro sol.

No hay ciruelos en Ciruelo.

Tampoco la calle de un conquistador.
Nadie sabe con exactitud la historia de su nombre.
Cada cual inventa su leyenda, igual que nosotros,
detenidos en un empedrado aceitoso donde aparece
un arco iris después de la lluvia, como la cola de
un prodigio. 


© Paulina Vinderman

3 comentarios:

  1. Querida Paulina: siempre mágica tu poesía aunque "no hay ciruelos en Ciruelo". Una auténtica maravilla leer tus palabras y ese final "como la cola de un prodigio"
    Hermoso
    Irene Marks

    ResponderEliminar
  2. Hermosa esa voz emocionada que trae el poema. Me gustó, Paaulina.

    ResponderEliminar