Subimos y bajamos escaleras con el dolor
que nos acompaña
y estamos sentados uno junto al otro con el
labio invisible
y en el ojo conservamos el valor que otorga
el día
para subir y bajar escaleras y sentarnos
uno junto al otro
interminablemente sin llegar a ningún sitio
ni mirar a nadie
ni tocar con la palabra la sonrisa.
Arriba y abajo, flexiones que miran los
espejos
pequeños movimientos que espía la hora
huidiza
del que no llora ni pide perdón por el
calor perdido
y nos preguntamos si alguna vez estuvimos
allí
el abismo donde se arroja el aire y el
frío.
Vamos, aquí no hay limites, todo es
posible,
dejemos esta turbia serenidad
porque un día nos encontraremos indiferentes,
como un trámite, como si no hubiéramos
vivido,
opacos.
© Daniel Arias
muchas gracias Gustavo por la publicación. Abrazos
ResponderEliminarMuy buen poema, felicitaciones!!
ResponderEliminarPrecioso Daniel! Son ustedes, uno junto al otro siempre. Qué belleza!
ResponderEliminarCariños.
Marta Rosa
Buen poema Daniel.
ResponderEliminarUn abrazo Ana Romano.
La empatía, una virtud!
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