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26/11/18

Poema de Daniel Arias



Subimos y bajamos escaleras con el dolor que nos acompaña
y estamos sentados uno junto al otro con el labio invisible
y en el ojo conservamos el valor que otorga el día
para subir y bajar escaleras y sentarnos uno junto al otro
interminablemente sin llegar a ningún sitio ni mirar a nadie
ni tocar con la palabra la sonrisa.

Arriba y abajo, flexiones que miran los espejos
pequeños movimientos que espía la hora huidiza
del que no llora ni pide perdón por el calor perdido
y nos preguntamos si alguna vez estuvimos allí
el abismo donde se arroja el aire y el frío.

Vamos, aquí no hay limites, todo es posible,
dejemos esta turbia serenidad
porque un día nos encontraremos indiferentes,
como un trámite, como si no hubiéramos vivido,
opacos.


© Daniel Arias

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