llegará la sangre al río
cerca de la orilla
un arenal blanco con un médano
que se derrumba y se rehace
en un instante
el agua suelta una gota
que recorre la arena seca como un tajoI
y la arena la traga
El
agua es bebida con avidez y deja
esa pizca de sal
Los ojos me arden
inundados como peces
dulce me hace saber mi sangre
que esta ha sido la herencia recibida
va lo feliz en fuga deja huella invisible
por cruel que haya sido la batalla
no es justo permitir
que el agua de mi nombre llegue al mar
ni que más sangre busque el río.
© Isabel Llorca Bosco
Como bien dicen, la sangre no debe llegar al río, solo hace falta alguien que se lo proponga. Bello poema. Rosa Lía
ResponderEliminaradhiero a tu deseo. basta de sangre hacia el río. un arte poético. susana zazzetti.
ResponderEliminarinteresante poema el de la autora muy exacto en su escritura
ResponderEliminarIsabel, tu poema es una maravilla de profundidad y poesía. Esa sangre que cruza la arena como un tajo -por mencionar sólo un hallazgo- es una belleza. Me encantó. Es uno de los más bellos textos tuyos que leí. Gracias, poeta. Adriana Maggio (dirbi)
ResponderEliminarIsabel, rescato que todos dejamos nuestra huella, ese granito de sal y un nombre que también deja su herencia de sangre.
ResponderEliminarHermoso.
Saludos
Anahí D.B.