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15/9/18

Poema de Patricio Foglia



EDGAR LEE MASTERS

Una sola vez, en toda mi vida 
me sentí de verdad afortunado. 
La ventana de mi estudio se abrió, 
y entraron las voces 
como un coro griego. 
Yo podía oírlas, extrañamente, 
a todas pero también a cada una, 
y sin pensarlo me entregué, 
me vi impulsado a ser su instrumento. 
Tomé, con cuidado, 
cada historia como una vela entre mis manos, 
y las fui colocando, entre los tomos del Código Civil 
y mi pequeña réplica a escala 
de un viejo obús de la época de la Guerra, 
hasta que ocuparon mi escritorio por completo. 
Yo detesto el misticismo puritano 
ese deporte que practican 
a lo largo y ancho del Sur de los Estados Unidos, 
pero lo cierto es que 
de alguna forma, aquella vez, 
me pasé la noche escuchando la palabra, 
el fuego tenue del altar de mi pueblo.

© Patricio Foglia

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