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8/9/18

Poema de María Leticia Ressia





A la luz de los tubos

Desprenden las camillas
El espectro violeta de los pacientes
Son las ocho y los primeros tullidos
Sostienen la firme idea de lo roto.
Las nobles criaturas del kinespacio
Animan el espíritu
acarician la cicatriz con amorosa devoción
La misma que rechazaría
Un padre, la esposa, el hijo preferido

El paciente A
hunde su dedo en la piel morada, muestra
pisadas de un pájaro pequeño que bajan
desde la ingle a la rodilla
por esta sutura enterró la muerte
su lengua de mercurio
Una amapola amarilla le creció en la carne
Pero el roto se toca la pierna sana,  habla de su salvación
No sabe que la raíz de todo mal vendrá
 a recordarle al marcado, su suerte

Soy el paciente B
Quisiera decirle que atrás de los perfumes
Caros y cítricos
nuestros cuerpos se pudren
Lo sé porque veo bajo la luz iodada
Germinar en el ojo de un niño, la semilla del asco
Es el hijo de alguien
El equivocado que entró por el subsuelo
El visible del espanto
Pero no hablo con nadie
Hablar perjudica la mecánica del ejercicio:
Agarrar con mi pie desnudo, veinte bolitas
Y ponerlas una a una en el tarrito de la desgracia
Tres veces repito
Tres ave maria y un gloria
Tres veces tensa el músculo de Aquiles su arcoíris nocturno

Acá los frustrados ejercemos nuestro derecho a roce
Estamos tullidos y abrazamos, la vulnerabilidad de la carne
Nadie nos ama como nosotros mismos
Aquí despiertan nuestras fallas como todo milagro
Ante la muerte
Nadie rechaza la mirada de los enfermos
Acá descansamos de la perfección


© María Leticia Ressia

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