A la luz de los tubos
Desprenden
las camillas
El espectro
violeta de los pacientes
Son las
ocho y los primeros tullidos
Sostienen
la firme idea de lo roto.
Las nobles
criaturas del kinespacio
Animan el
espíritu
acarician
la cicatriz con amorosa devoción
La misma
que rechazaría
Un padre,
la esposa, el hijo preferido
El paciente
A
hunde su
dedo en la piel morada, muestra
pisadas de
un pájaro pequeño que bajan
desde la
ingle a la rodilla
por esta
sutura enterró la muerte
su lengua
de mercurio
Una amapola
amarilla le creció en la carne
Pero el
roto se toca la pierna sana, habla de su
salvación
No sabe que
la raíz de todo mal vendrá
a recordarle al marcado, su suerte
Soy el
paciente B
Quisiera
decirle que atrás de los perfumes
Caros y
cítricos
nuestros
cuerpos se pudren
Lo sé
porque veo bajo la luz iodada
Germinar en
el ojo de un niño, la semilla del asco
Es el hijo
de alguien
El
equivocado que entró por el subsuelo
El visible
del espanto
Pero no
hablo con nadie
Hablar
perjudica la mecánica del ejercicio:
Agarrar con
mi pie desnudo, veinte bolitas
Y ponerlas
una a una en el tarrito de la desgracia
Tres veces
repito
Tres ave
maria y un gloria
Tres veces
tensa el músculo de Aquiles su arcoíris nocturno
Acá los
frustrados ejercemos nuestro derecho a roce
Estamos
tullidos y abrazamos, la vulnerabilidad de la carne
Nadie nos
ama como nosotros mismos
Aquí
despiertan nuestras fallas como todo milagro
Ante la
muerte
Nadie
rechaza la mirada de los enfermos
Acá
descansamos de la perfección
© María Leticia Ressia
Perfecto, impactante, gran poema Ressia. un abrazo. marta comelli
ResponderEliminarYa te lo dije personalmente. Increíble poesía. Griselda Rulfo
ResponderEliminarMagnánimo!!!!
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