INVOCACIÓN
Una línea
en el horizonte sobre el mar dejó la lluvia
luz que
conquista el atardecer y lo reinventa
pupilas que
vacían los futuros restos de una noche blanca
danza loca
del espíritu, lo real, lo no creado
de imagen a
símbolo: palabras.
La
inquietud por lo que pudo ser
respira en
este instante que amarra
lo que se
carga en las yemas de los dedos
y se
disuelve (pum) en la sien.
Ese
sol, escondido en la tormenta
única promesa material.
Nada le
falta a este cielo para ser
de director
ciego un pentagrama
hago del
próximo segundo un paraíso
mas lo que
queda del día
—como un
barco que se aleja
presumiblemente
avaro—
lleva casi
todo consigo.
© Carolina Zamudio
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