Vals
¿Puede alguien mirarse
a sí mismo a los ojos
como a un loco abrazándose
a un maniquí sin cabeza?
Puede también desaprender
asir nuevo alfabeto
no importa que haya sido
cierta vez ciego
sordo
decapitado.
Desmembrada
las manos olvidan
a qué brazos se unían.
Rueda una cabeza
gana autonomía.
Piernas. No son puntales
ya de eje alguno.
Ella crea ahora
nuevo cuerpo:
la cabeza va sobre los pies
y gira a trescientos sesenta grados.
Las manos son libres
como para darse palmadas
de vez en cuando en la espalda
o jalar de la cintura
y ponerse a bailar —sola— un vals.
© Carolina Zamudio
interesante poema y muy pertinente epígrafe.
ResponderEliminarW.m