LAS
SUMISAS
Cada vez
que los presos de aquella provincia china necesitaban mandar un mensaje a sus
compañeras en la aldea, lo escribían en forma de poema.
“Otra
poesía”, decían los carceleros sin preocuparse por esconder sus risas. Vaya
estupidez.
Aquel
febrero los presos estuvieron particularmente inspirados y los carceleros
rieron gruesamente.
Con los
primeros deshielos de marzo, las mujeres comenzaron a amontonarse al otro lado
del muro. No decían nada, solo estaban ahí. Por miles.
La noticia
tardó en llegar a los oídos del emperador. Cuando Su Majestad por fin se
enteró, ordenó que los guardias pagaran su indolencia con la vida.
No hizo
falta. Sumisas como siempre, las campesinas se habían adelantado a cumplir la orden.
Ya no había penal, ya no había guardias.
Y antes de
que los hielos terminaban de irse de los montes más bajos, ya no habría tampoco
emperador.
© Osvaldo
Burgos
Siempre un placer leerte. Ya falta menos para tu fiesta. Allí estaré celebrando!!
ResponderEliminarOsvaldo me conmueve profundamente este poema, casi una parábola bíblica.
ResponderEliminarGuardas la información como en un cuento. La alegría y la crueldad de un cuento en nombre de la poesía y la mujer. Un abrazo Isabel Llorca Bosco.
ResponderEliminarGracias, amigas queridas! Allí estaremos, Nerina, brindando juntos por la vida. Allí estarás, Beatriz; y que esta vez no puedas llegar, es apenas un detalle. Sus comentarios son una alegría, tan necesaria, para mi alma.
ResponderEliminarBuenísimo, gracias por compartirlo.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty Badaui
Gracias lo compartir.muy bueno!
ResponderEliminarAnahi Duzevich Bezoz
Poesía y revolución así sea.
ResponderEliminarConstancia...
ResponderEliminarMuy bueno, Osvaldo!!! Poesía para pensar, para alentar... Gracias!!! Abrazo.
ResponderEliminarTremendo!
ResponderEliminarBesosss