JAQUE MATE
Jugábamos como maestros
cada uno con el deseo de salir
victorioso en la partida;
cada uno con sus dieciséis piezas
de amar y devorar a muerte.
Nunca importó quien poseía las blancas
esa señal de pureza estaba descartada
porque no era esencial
lo nuestro no estaba catalogado
de alta competición. En eso fuimos
humildes amantes
sin otra pretensión que derrotar al otro.
Sabíamos además
que no se trataba de un juego de azar
sino
de nuestra racionalidad en juego.
El desarrollo fue tan complejo
que ni siquiera sintiéndonos los mejores
pudimos considerar todas las combinaciones
ya no para ganar sino para salvarnos.
Intentamos ciertas ventajas
en el tablero comiendo piezas menores
pero sabíamos que el objetivo final
era dejar al rey sin escapatoria.
No fuimos capaces de tener en cuenta
que todas las partidas posibles
excedían el número de átomos
del universo y que éramos nosotros
los que perdíamos definitivamente.
© Patricio Emilio Torne
Poéticamente definida esa relación, me agradó.
ResponderEliminarSensacional!!
ResponderEliminarAbrazos
Elisabet
Sí, está buenísimo!
ResponderEliminarR.
www.revagliatti.com
gran trabajo poético. me encantó. susana zazzetti
ResponderEliminarExcelente. Un paralelo poético de alto vuelo. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
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