Gracias por haberme hecho florecer, mi jardín muerto.
No había flores nuevas, sino secas y marchitas.
Hoy todas las violetas han comenzado a florecer no siendo la
época.
Has removido la tierra, no se con que abono que parece
nueva.
Son las raíces que permiten que todo florezca.
Es tu sentir, que se refleja en ellas.
“Amor mío”, digo... por hábito de decirlo.
“Amor mío”, por sentir lo que siento desde hace tiempo.
Los muñecos de mi cuarto, me sonríen y saludan casa vez que
entro.
El sol cada mañana, lo hace con sus rayos.
La gente es distinta conmigo.
Mi hijo me ve más linda.
La ilusión camina a mi lado, desde que al encontrarte me has
sonreído.
Es que me ruborizo, cuando tus ojos me miran.
Y me he sentido adolescente, aunque no lo creas.
Es que ya escribo con la pluma más bonita.
Y me duermo abrazada a los brazos de Morfeo.
Es que te necesito y te extraño y he comenzado a quererte en
silencio.
No importa si no serás mío.
Es que la posesión... dijiste un día...
Solo se que has hecho florecer mi jardín muerto.
Ese que nadie ve, que solo advierten.
Porque es el que llevo dentro y se refleja en mis ojos.
Y me preguntan... porqué estoy contenta.
Es que los poetas, sabemos querer aunque no haya abrazos ni
besos.
Queremos hasta en silencio, enviándole al amado la mayor luz
para que elija
Para nosotros, ese es el amor verdadero,
Aunque no haya retorno por hacerlo.
Amor... amor mío que se quedó en el intento.
© Nerina Thomas
Qué hermoso poema de amor. No sé si mi vivencia del texto tiene que ver realmente con lo que el yo lírico expresa, pero he sentido una gran identificación. Me gustó mucho. Un beso grande. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminar¡Bellísimo, Nerina! Dijiste en otras palabras, lo que hace tiempo cantaba Silvio Rodrígue: "Sólo el amor obra la maravilla".
ResponderEliminarAApjausos, bises y besos
María Rosa León