RUBOR
Cuando la lluvia cesa
me atavío en estremecimiento
y lloro
luego llegará cansino el sueño,
dormito entre un revoltijo de sábanas.
Desde las dalias del jardín
un paréntesis lejano vuelve
vivaz y memorioso
corre por el entrecruce de mis venas.
Despierta, suspiro y digo, mi pasión
jamás dejará de existir,
nunca ha dejado de existir,
lo afirma ese rubor
de añeja consistencia,
la tensión de la piel erotizada
por la alquimia de los años.
Ella se renueva a pesar de los pliegues
se vuelve sabia y atractiva
con la vitalidad de una sonrisa.
En su cestilla de recuerdos,
una mujer en soledad lo sabe.
© Michou Pourtalé
Preciosas tus dalias Gustavo, mi madre las tenía en su jardín, tienen un nombre raro que no recuerdo. Seguro que Rosita, tu madre, las conoce. Me has emocionado. Gracias querido Gus.
ResponderEliminarMichou un inmenso placer es leer. La potencia de tu voz nos trae las imágenes vitales esperanzada. Como enun jardín la belleza se renueva. Precioso.
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