Poema de Leny Pereiro

CONTRAPUNTO

Abro la puerta y miro el escenario.

Un decorado de cartón y cartapesta

que se deshace con la primera lluvia.

Me pongo tu zapato tieso

y cargo sobre mi espalda

tu desazón y mi vergüenza.

¿Cuántos carros empujaremos juntos?

Vos con tu sudor, yo con mi afrenta.

¿Cuántas veredas de harapos invisibles habremos de sortear?

Se arrodilla mi alma y se pregunta...

¿Dónde quedó la piedad?

Quizás murió arrullada por el monstruo que acecha el sueño de los insensibles.

O tal vez, atrapada en esa red oscura que resguarda al hombre que llevamos dentro.

Ése que se escabulle para no mostrarse desnudo.

No por pudor. No por recato.

Sino por complacencia...

No tiene caso preguntarse.

No habrá respuesta que conforme.

Porque, tal vez, la piedad sólo sobrevuele como alondra herida sobre una tierra umbría bajo esta luz de utilería.

Yerma. 

Acostumbrada a unas cenizas de las que no se renace.

Y ya ha perdido el rumbo.

Por eso, en este viaje hostil, seremos vos y yo.

Con el zapato tieso y la vergüenza a cuestas.

Y no habrá lugar para quien siembre ombligos ignorando la guadaña.

Es mejor que se quede. Que se oville.

Que contemple su huerta de retoños macilentos y raíz envenenada con la codicia de los ingenuos.

A ver, si de una vez por todas, entiende que el sol no nutre donde se junta la pelusa.

Y se vuelve capaz de hallar las huellas...

© Leny Pereiro