La
austeridad es la divisa de mi familia
así que
mi tía Paula fue la primera
en
comprarme un cucurucho.
Aunque
mis padres siempre la criticaban
por su
deficiente administración del dinero
igual
la habían nombrado mi madrina
y ella
había asumido esa función
con
gran responsabilidad.
Me
compraba juguetes, me llevaba al cine
me
incluía en todos los planes
y esa
tarde, cuando entramos en la heladería
pidió,
sin preguntar, el helado más grande
que yo
había visto. No sólo eso: cuando
aquella
delicia terminó de cobrar forma
ella la
hizo bañar en chocolate.
© Gustavo
Gottfried
Admiro a quien toca el sentimiento del otro con un poema y lo sumerge en una dulce frescura de recuerdos, admiro este poema.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty Badaui
Celebro haber leído esta pequeña joyita de prosa poética. Un placer... Saludos!
ResponderEliminarun interesante poema dificil hacer un poema con tanta ironia y ternura a la vez
ResponderEliminarGracias, muchas gracias a quienes comentaron. Es muy valioso para mí ese gesto.
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