LOS AJENOS
Cercano a las cruces blancas
detiene el paso.
Débil su figura
enfrenta con silencio de infante
todo el espacio de esas cruces
que van y van en
armónicas hileras
hasta donde no alcanza la mirada.
Se arrodilla,
baja lento su pequeña cabeza. Es la hora.
Reza.
Su plegaria silenciosa lo acerca al padre,
lo aleja del fuego,
de las miserias escabrosas de esta guerra infinita, que no
entiende.
Tiene sólo doce años. Y es Alepo. Y es Guta.
El camino es blanco,
ningún ojo rojo puede descifrarlo.
© Marta Comelli
conmovedor. duelen tantas cruces como si fueran la primera. ¡ y esa edad!! abrazos. susana zazzetti.
ResponderEliminarBuen poema, Marta Comelli.
ResponderEliminarR.
www.revagliatti.com
La muerte siempre genera desamparo. A toda edad.
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ResponderEliminarYa lo sabés, leerte es un placer, escucharte cada tanto un placer y este estar en cualquier dolor del mundo.
Besos amiga.
Lily Chavez
Muy con_ movedor y bello Abrazos
ResponderEliminarLa guerra, el desamparo de los niños y ese camino de cruces que conducen a la oración es una realidad dicha de una forma que llega hondo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Betty Badaui
Tremendo, Marta. Conmovedor.
ResponderEliminarGracias.
Un abrazo!