Ciruelas absortas de vivir
Era el tiempo de las ciruelas
cuando te perdí
en los laberintos del viento.
Tu ángel de la guarda
había atado tu nombre en el tobillo,
y se fueron juntos.
Durante un largo tiempo persistió
tu resplandor. Pero perros de sucias almas
lo robaron.
Y ya no supe más de vos.
Desde entonces juego todos los días
con la muerte. Llega siempre puntual,
disfrazada. Un traje diferente cada vez.
Ella pretende tomar de rehén
a mi alma. Ayer jugamos
un ajedrez de fuego,
hoy vamos a jugar a los espejismos solitarios
para ver si la cara de Dios aparece.
Para esta ocasión voy a usar el traje
de tu ángel: el del día de las ciruelas.
Al fin llega la muerte. Vestida de comunión.
Viene a jugar.
¿Quién sos?, me pregunta.
Soy el ángel y te bendigo. Y luego
le doy el sacramento. Ella comulga
el solitario espejismo, y los disfraces
también se creen la historia. Entonces
la muerte se hace blanca y yo
vuelo. Vuelo.
Con mis alas nuevas ato tu nombre
en el tobillo.
© María Marta Donnet
Cuando la ausencia revive los momentos desespera el sentimiento, vuela. Difícil existencia. Fuerte impacto.
ResponderEliminarPrecioso y conmovedor tu poema. ❤
ResponderEliminarbello y sentido poema...
ResponderEliminarTu poema es una belleza. Me sonó a parábola, a empeño de vida después de la muerte. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminarMARÍA MARTA, TU POEMA ES HERMOSÍSIMO, TIENE SENTIMIENTO, LEYENDA, JUEGO, VERDAD. Un beso Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarMaría Martha es un poema que conmueve y deja abiertas muchas preguntas. Gracias
ResponderEliminarMaju
Cuánto dice tu sentir!!
ResponderEliminarDavid Sorbille dijo...
ResponderEliminarQuerida María, admiro tu poesia, tu manera de enfocar los temas y darles tanta hondura! Un abrazo