ANTICIPACIÓN Y MEMORIA
Nacemos de una caricia ajena que no pedimos. Nos vamos
implorando otra, que no nos dan.
En el medio, los abrazos se clasifican, se jerarquizan; los besos
se cuentan, se prohíben.
Crecemos, andamos, nos hacemos viejos cargando con un mundo
de caricias inconvenientes, impensables, resignadas, absurdas.
Pero en algún momento, el yo imaginario de los abrazos y de
los besos no dados nos aplasta, nos abduce, nos subsume.
Quién sabe. Tal vez morir no sea realmente desvanecerse en
el aire y quedar como un nombre en la memoria fugitiva de los otros.
Tal vez sea, simplemente, entrar en el mundo anticipado de
las caricias que no dimos, de los besos que no nos dieron, de los abrazos que
no nos atrevimos a desear.
Con su rama dorada, Eneas visita a Anquises cada noche,
entre los hombres del espejo. “¿Por qué quisieran los cuerpos ya saciados
volver a tener un alma?”, le pregunta.
El padre lo mira y nada dice. La respuesta, sin embargo, es
obvia. Solo porque saben que, aunque medien mil años y el olvido, van a
volverse a ver.
Entonces, amanece.
© Osvaldo Burgos
Espectacular poema, Osvaldo, me encantó!! Gracias por compartir!! Abrazo.
ResponderEliminarGracias a vos por la lectura y por el comentario Noemí! Abrazo fuerte.
EliminarOsvaldo
¡Bellííísimoooo, Osvaldo, muy bello!
ResponderEliminarGracias, querida amiga... Es un texto del libro que está saliendo en estos días, editado por Olejnik, Chile. Ya estaremos presentándolo, por ahí. Que tengas un lindo día!
EliminarOsvaldo