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21/2/18

Poema de María Marta Donnet




Un cristo rojo

Camina hacia atrás la mueca de la muerte. Con un soplo 
muerde jirones. Ruedan los ojos por la espalda 
de la noche que no lo deja en la calle. Lo lleva 
a escribir en la puerta abierta sus últimos días. 
No dejen que me despedacen en la morgue. Había dicho. 
¿Quién se ocupará de mí cuando muera? 
Sólo el canto del cisne, esa pequeña angustia, regaba con alas 
su locura fuera de tiempo. Judío y rojo. 
Adoró a una virgen bohemia en el molino convertido en violín. 

No dejen que me despedacen en la morgue. Había dicho. 
Y sin embargo rociaron con sus huesos los rieles 
de algodón de la casa de su padre. No me dejen morir 
de lo que no soy. Repitió. Yo fui dios. Yo soy dios. 
Enterrado en ese infierno bello. A contravida. 
A electroshock escribe el hambre respirando 
preguntas. 
¿Quién se ocupará de mí cuándo? 

No dejen que me despedacen. Guarden mi lengua 
vacía de pupilas en ese festín de buitres. 
No rieguen con azúcar las calas. No se mueren 
en la calle. Se mueren aquí. En el ahogo de cristo. 
En la tortura que comulga el pan 
de la miga pequeña. 

¿Quién se ocupará de mí? 
¿Quién? 

No dejen que me despedacen. 
No los dejen.


                                  A Jacobo Fijman


© María Marta Donnet

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