Esteban
Debía bajar duraznos del árbol para ti
Éramos niños en la orfandad de la siesta
Quería que tuvieras el poder de soñar
porque tus ojos pedían a gritos otro mundo mejor
Yo sabía de secretos bien guardados
Desde ese entonces lloran las luciérnagas que atrapábamos y
el croar del estanque no cesa
Fuiste invisible para muchos
pero yo siempre te vi
y no pude ayudarte
no pude salvar la inocencia
porque éramos inocentes arrastrados por un destino de otros
y fue como escribir un estamento de brujas que es hasta hoy
como el tic tac del reloj mientras el silencio se apodera de tu recuerdo
Debía salvarnos y no supe, ya es tarde
Ojalá tu hogar no sean esos campos que araste hasta sangrar
cubierto de lágrimas, inventando un paraíso en el exilio
© Patricia Corrales
Patricia, excelente poema. Mirá que arar durante el exilio es el colmo del sufrimiento. Voy a memorizarlo para recitar en "la orfandad de la siesta". Es de lo mejor que he leído. Un beso grande. Isabel Llorca Bosco
ResponderEliminarMuchas gracias Isabel sería un gran homenaje a su paso por esta vida. Abrazo
Eliminarabsolutamente conmovedor. me deja su ternura. susana zazzetti.
ResponderEliminarEs verdad Susaba , un ángel , gracias por tu comentario
EliminarTernura y dolor en el recuerdo.
ResponderEliminarBuenísimo!
Marta Rosa
Gracias Maria Rosa por tu comentario, un abrazo
Eliminar"Desde entonces lloran las luciérnagas..." Cuánta belleza Patricia!
ResponderEliminarMUY BUENO PATRI, ME ENCANTÓ.
ResponderEliminarLa ternura, el recuerdo, la tristeza y la palabra que ha enlazado bellamente todo, me emocionó.
ResponderEliminarUn abrazo
Betty
La silenciosa infancia permanece en su rincón de siempre acariciando sus miedos, sus vivencias.
ResponderEliminar!Impacta!