La
palabra guerra me sacude hasta el poema
en la densidad de la noche.
¿Qué estarás haciendo ahora en nuestro
traspatio sudamericano?
Por la ventana veo los árboles secos
del invierno. Veo una muerte.
Es una muerte esperada, una muerte
que nos traerá abundancia.
En Ciruelo la muerte era por carencia.
Las pocas posibilidades flotaban entre
los zapotes caídos y los árboles del pan.
Es noche oscura, guerra oscura
y no confío en la luna: ella creó a los
monstruos de la guerra y se pasea, rabiosa,
por estar atada a nuestro mundo.
No la culpo, no me exculpo.
Al final de este verso sacudiré a la memoria
como a un sonajero y nos servirán
en las tazas del café, la espuma del Canal,
el índigo oleaje de la tarde muerte,
una enorme nube como una expedición sobre
la bahía, muda de remordimiento.
© Paulina Vinderman
Me encantó paulina, excelente,
ResponderEliminarsusanaa
David Sorbille dijo...
ResponderEliminarGran poema! admirada Paulina! Un abrazo
El primer verso es una puñalada maestra, cuanto puede decir un poeta desde la raíz.
ResponderEliminarLos lectores también nos sentimos sacudidos ante el sombrío fulgor de tu poema. Un beso
PaulINA. GRACIAS POR TODO.iSABEL llorca bosco