LA COMEDIA SOCIAL
Las diarias relaciones laborales
-de nueve a cinco en el octavo piso-
me inclinan al difícil compromiso
de parecer igual a mis iguales.
Debo opinar de divas y pañales,
del trago que me eleva al paraíso;
si me muestro apartado o impreciso
lo traducen por áridas señales.
No es mi culpa, tampoco es culpa de ellos
que el mundo actual sea obra de plebeyos:
admito mi tenor de oveja negra.
Jamás suspiro por un nuevo auto;
soy tan extraño, que hoy por hoy me alegra
una nueva versión de Tito Plauto.
© Mariano Shifman
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