Películas
En mi pueblo había un cine. El dueño saludaba
a los vecinos como un cura a la entrada de su iglesia
y era el cine, en verdad, como una iglesia
a la que íbamos, por la tarde, los domingos. Estaba
sobre la ruta, frente a los trenes que cruzaban
la llanura. Por el veredón paseaban las parejas
con cucuruchos de helado y escuchaban los hombres
el partido en pantalón de baño y camiseta. En el atrio
había un kiosco y en el kiosco una mujer vendía
titas y rodhesias. Con vestidos de piqué, los domingos
por la tarde las dos íbamos al cine, a ver a Marisol,
a Doris Day, a Joselito. Un día no llegaron
las películas y pasaron un drama en blanco y negro.
Recuerdo a la salida
la cabeza borracha, el veredón
donde arrastraban su tedio las parejas, los hombres
traspirando sus camisetas de tira y los camiones
que rugían por la ruta, con las luces encendidas,
las primeras de la noche que llegaba.
© María Teresa Andruetto
ResponderEliminarEl cine era nuestra magia diaria. Bellísimo poema.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Hola María Teresa: "pinta tu aldea", dijo Tolstoi. Y lo hiciste, de tal forma que el cine,"los vestidos de piqué", las películas de época, como Doris Day y Marisol, las "titas y rodhesias" del kiosco, la ropa de los vecinos se corporizan ante nosotros. Lo disfruté muchisimo Irene Marks
ResponderEliminarComo si lo estuviera viendo...viviendo. En cada pueblo había un cine que se parecía al del poema: y nosotros también. Gracias y abrazo, Inés.
ResponderEliminarMaría Teresa, me viene el recuerdo de Doris Day y antes de Esther Williams, en ese orden. Bello poema. Gracias.
ResponderEliminarDel remanso al ruido. Hermoso como contás este pasaje de vida.
ResponderEliminarAbrazo.
Aly Corrado Mélin.
Hermoso poema, cómo pintaste este paisaje!...sonoro...tan humano, todas escenas llenas de poesía!
ResponderEliminarGracias María Teresa,
Abrazo!