Reminiscencia
Tus pies
buscaban los míos
rozando la
lana áspera
del porrón.
Ningún
ángel podía con nosotros.
Para que
sepas,
la luz y el
olor de la estufa de gas
nos
adormecía. Casi en sueños
el pis
abría nuestros ojos.
Tiritando
de frío, la escupidera
era
garantía cierta
de no mojar
la cama.
Teníamos
una edad desconocida
como para
caminar indiferentes
el pasillo
de las palabras.
Dime,
¿la luz
cierta de la luna
se
deslizaba por el espejo del tocador?
¿hacía
bailar frenéticamente
los
diminutos frascos?
Todo
parecía confuso,
imperceptible.
Hoy,
nuestra voz
cura los
caminos de la infancia.
© Estela
Barrenechea
Qué original y poética manera de recuperar algo de la infancia. Bello. Abrazo, Inés
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ResponderEliminar"Todo parecía confuso, imperceptible". Así era nuestra infancia. Me encantó este recuerdo que me hizo tiritar.
Un abrazo,
Alicia Márquez
Hola Estela: la infancia y sus detalles realistas hacen de este poema una pequeña joya, con un brillo suave y a la vez natural. Ese "tiritando de frío" y "la escupidera" nos llevan más allá del tiempo a la indefensión. Esa luna en "el espejo del tocador"y los "frasquitos" que tiemblan nos trae también la magia de la mirada infantil. Lo disfruté mucho Irene Marks
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