Arraigo
Quizá sea
un roble
con aroma a
eucaliptus
cuyas
raíces son ramas
que tanto
anclan un fondo
como rozan
una cúpula.
Exilios
ciertos
ni hazañas
tengo
la casa es
campo de batalla
el cuerpo
es la casa.
Alma
espíritu y
vacío habitan en ella.
A veces en
el silencio humeante
que
presagia los sueños
me paro
ante mí y pido.
Casi
siempre me obedezco.
Alguna vez
quizá plante un árbol
ahí donde
mueren las palabras.
Por ahora
me conformo con ser durazno
y que su
piel desgarres, hija de una tierra
que tanto
me crece como me carcome
rama de un
tronco que se deshilacha lerdo
fruto del
fruto de una y otras ramas
que crecen
desordenadas, profusas.
Jardinera
del desarraigo
quizá
alguna vez
yo misma plante ese árbol.
© Carolina
Zamudio
Un magnífico poema, magia y simbología sobre el significado de los árboles, identificación con ellos, amor y dolor. El plantar un árbol "donde mueren las palabras" es una conciencia de ser en lo viviente
ResponderEliminarIrene Marks