HÁBITOS
No soy un monje.
Ni lo quiero ser.
Aún así barro
el cuarto,
la casa.
Desyuyo el jardín.
Junto las hojas.
Voy por las tardes
hasta la soga de la ropa,
la descuelgo
y la doblo.
Todos los días
antes de las diez de la noche,
no después,
saco la basura.
Mientras tanto
el corazón piensa.
Armo tolditos
con lo que tengo .
Hace mucha intemperie
y llevo un ala rota.
© Jorge L. Carranza
Bello poema con un cierre im pre sio nan te me gustó mucho Gracias
ResponderEliminarMe dio mucha tristeza el cierre .
ResponderEliminarAbrazo
Elisabet
Hola: Un gran poema, porque duele, como debe doler la verdadera poesía. El final es magistral, con "el ala rota" que con lucidez muestra el dilema del poeta.
ResponderEliminarGracias por lo que transmitís, la fragilidad del ser.
¡Me encantó!
Irene Marks
ME GUSTA ESTE POEMA,TIENE LA HONDURA DE UN CLIMA PRECISO,DE UNA SUBJETIVIDAD DOLIENTE Y AUSTERA EN LA EXPRESIÓN DE SU DOLOR.BRAVO.UN ABRAZO.MARIZEL ESTONLLO
ResponderEliminarEl deber ser... a pesar de todo.
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