Pedro me ha negado como una rosa oscura.
Niega la sed, la piedra, el olivo y la fuente,
a Lázaro en la boca de su muerte y los dedos.
¿Dónde están las monedas que Judas ha escondido?
¿Las burlas del soldado?
¿El látigo en mi espalda?
¿Dónde estás Padre mío? ¿La niebla de tu voz?
¿Mi nombre condenado?
¿Qué sabe el descreído de la sed y el desierto?
¿Del reino de los cielos cuando cruje en la tierra?
¿Qué culpas tiene el niño que apedrea mariposas y destierra
en los sapos su música nocturna?
¿Qué sabe la mujer que en la red del avaro desgajó sus
vestidos y quedó desnuda?
¿Qué sabe la serpiente de las ruinas del alma y el espejo en
el aire que destruyó a la tierra?
¿A quién perdono,
Padre,
si no encuentro culpables?
© Hugo Francisco Rivella
Bello, bellísimo, profundo, te perdono la exclusión , no soy creyente, pero como si lo fuera, estoy en tu lista.
ResponderEliminarClelia Bercovich
Me encantó tu texto. Tiene imágenes bellas y originales. Muchas gracias. Un abrazo. Adriana Maggio (Dirbi)
ResponderEliminarBellísimo, Hugo. Un abrazo.
ResponderEliminarTana Pasquini
COMO SIEMPRE UN PLACER!...
ResponderEliminarLIDIACC.
Muy bueno! Abrazo, Inés.
ResponderEliminarMe encanto muchas gracias por su poesía
ResponderEliminarPatricia Corrales
Excelente amigo , excelente
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