Cuánta paciencia acumulada
Si me propongo que mis manos lleguen,
que mis blazos claven las anclas
y que tu dulce olor sea un lugar presentido,
abriré la puerta de tu sexo,
que hoy no tiene cerrojos
y nuestras sangres alborotadas
se contemplarán…
Dios nos mirará callado,
tu corazón estará desnudo
y yo escucharé sus heridas
sin hacerle preguntas,
abrazaré tu compañía
y nos dedicaremos entonces
a lamer tanto zarpazo, tanta sangre…
cuánta paciencia acumulada
en tanta espalda, en tanto espasmo suspendido.
© Juan Carlos Rodríguez
Sensualidad y belleza. Gran poema.
ResponderEliminarLa paciencia es la ciencia de la paz.
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