ONDAS
La cabellera gris a esa hora
era una escalera satinada
que añoraba otro
tacto por testigo.
Sin pensarlo, la búsqueda ciega
la llevó al mirador.
Y vio el cielo de plomo
entre celajes rosa
y el rosado del mar ebrio de espuma gris.
Peines, pinceles, pinceladas
apagaban las ondas fervorosas de sol
(del sol que se iba hundiendo con dignidad).
Ella vio el viento por el zumbido y la agitación
de los árboles abriéndose a la noche,
su teatro de sombras contra el vidrio.
El aire y los oleajes, las ondas, las ondinas
con los dedos surcaron la tiniebla.
Se acordó de la peineta solitaria de O. Henry.
De la cadena, de otra hora vendida.
De las cenizas y los fuegos de algún gran amor.
Y bajó a su prisión desértica
donde solo la arena
podía entrar.
ahh, isa, qué placer encontrar tanta sensibilidad, tanta delicadeza palabra a palabra!! qué placer esta lectura! susana zazzetti.
ResponderEliminarHERMOSAMENTE ESTÉTICO TU POEMA UN ABRAZO ISA!!!
ResponderEliminarDe las cenizas y los fuegos de algún gran amor!!
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