Mueren luciérnagas en cada parpadeo
de aquellos ojos que fueron océano
y hoy son espejos
de un estanque vacío.
Colmillos de lobo deshicieron las trenzas
tiñó de rojo el vientre y el barro
ungió la infancia
con corona de espinas.
Ya no hay manos meciendo la cuna
son anzuelos que descorren la máscara
entonan las nanas
y se golpean el pecho.
Mueren luciérnagas
en un reino de ciegos.
© Cristina Gauta
Hay quietud y desamparo , un abazo de María Luisa Márquez
ResponderEliminarMueren luciernas/ en un reino de ciegos...una naravilla
ResponderEliminarSilvia Loustau
grandioso ese final, Cris! Un ojo certero.
ResponderEliminarun beso
claudia