Las casas son bajas en Ciruelo.
La calle principal tiene dos cuadras custodiadas
por palmeras desparejas: poemas anhelos hacia el sol.
Y es el sol el verdadero alcalde en Ciruelo, el habitante
principal.
Cuando tropezamos con las sombras que él fabrica
podemos creerlo todo:
hasta el sueño del sueño
cuando lleguemos al hotel.
Un sueño donde las palabras se detienen.
No nos perseguirán aquellos que no fuimos.
Tampoco los que fuimos.
Entraremos en una noche —esa clase de noche—
que no sabe cantar la musiquita de la infancia.
Una noche muerte, con olor a guayaba y a territorio
invadido.
© Paulina Vinderman
Muy bello y triste a la vez.
ResponderEliminarQué no se haga nunca la noche!
Soy Marta Rosa, comenté arriba
ResponderEliminartoda mi admiración. toda. susana zazzetti.
ResponderEliminarBellísimo poema, tocaya.
ResponderEliminarUna noche diferente en Ciruelo.
ResponderEliminar"-esa clase de noche-" en ese lugar, Ciruelo y la maestría de tu escritura para decirlos.
ResponderEliminarPoema de suaves contornos narrativos, pleno de imágenes elocuentes donde el protagonista juega con su poderoso influjo y la poeta mira desde un lugar en el que nos deja participar.
ResponderEliminarMuy real-maravilloso.
Susana Giraudo
Paulina:
ResponderEliminarSentí que el poema estaba tan completo en forma y sentimiento. Muy bueno.