NADA SE PIERDE
Había una vez... La luz, antes dormida,
comenzó a iluminar amplios senderos:
contra Razón, beatos y hechiceros
emprendieron su lánguida partida.
No hubo vueltas: el viaje era de ida.
El cosmos insensible y sus mil ceros
-los cálculos exactos y severos-
malhirieron los sueños de otra vida.
En medio del desierto, algo persiste:
vivir se torna demasiado triste
si la nada es la última certeza.
Dios resiste en cuidados intensivos
(no ha de morir: hay alguien que le reza);
el resto acaba en puntos suspensivos...
© Mariano Shifman
La luz , la que nos enciende en todo sentido !!!!! besos Maria Luisa Márquez
ResponderEliminarRazonamiento poético, con la rigurosidad de una demostración científica. Interesante el efecto logrado. Muchas gracias Mariano.
ResponderEliminarRaquel Jaduszliwer